¿Felices fiestas?
Mientras unos celebran el inicio de la temporada de celebraciones con el Día de Acción de Gracias, para otros empieza el calvario. ¿Qué hacer cuando la tristeza, la ansiedad y la depresión aumentan?
Hola, ¿cómo estás? Comenzamos una semana de agradecimiento y mucha reflexión, sin embargo, lo que para muchos es una celebración, para otros es un detonante que despierta sus demonios internos. ¿Cómo estás? Queremos acompañarte.
Charlemos de lo que nos duele y nos preocupa, lo que nos hace sentir más vulnerables. Por eso invitamos a la psicóloga Olimpia Salazar a la Hora del Cafecito en nuestro grupo de WhatsApp y Gustavo Guirado nos hizo una recopilación de los consejos y acompañamiento que nos dio.
Un abrazo fuerte,
Maritza L. Félix
Fundadora y directora de Conecta Arizona
Suicidios: aconsejan cómo llevar una vida más saludable y enfrentar una crisis y la depresión
Por: Gustavo Guirado
¿Qué lleva a una persona a suicidarse? ¿Cómo enfrentan esta situación sus familiares y cómo es el duelo por la muerte de un ser querido? ¿Se puede identificar si alguien tiene pensamientos suicidas? ¿La depresión puede llevar al suicidio? ¿Cómo cuidar la salud mental? La psicóloga mexicana Olimpia Salazar Serrano, especialista en intervención de crisis y manejo de duelo, respondió estas y otras preguntas realizadas por la audiencia de Conecta Arizona, en una conversación sobre un tema difícil y complejo, donde se compartieron no solo consejos profesionales sino también experiencias personales de dolor, reflexión y aprendizaje.
Salazar Serrano es la encargada y fundadora del Centro de Atención Telefónica de Intervención en Crisis (CATIC) en la Universidad de Sonora (México), que funciona de lunes a domingo, de 8 a 20, en el teléfono 6624 54 84 84, y que también atiende a personas de Arizona (y de otros países). En septiembre, como Mes de la Prevención del Suicidio, respondió las siguientes preguntas durante La Hora del Cafecito en WhatsApp, en un diálogo con nuestra comunidad moderado por Maritza L. Félix, fundadora y directora de Conecta Arizona.
• ¿Qué podemos decir acerca del suicidio?
“Desafortunadamente, este tema nos muestra la realidad. Las personas recurren al suicidio no para matarse, sino para acabar con sus problemas: al no encontrar salida a ellos, entonces se quitan la vida. Según datos de la OMS, cada año mueren por este motivo aproximadamente 800 mil personas. ‘El suicidio es una respuesta momentánea a una dificultad permanente’. Desafortunadamente, cuando la persona lo logra deja un vacío en quienes lo aman, lleno de preguntas sin respuestas”.
• ¿Cómo podemos identificar si un ser querido está teniendo pensamientos suicidas?
“Primero, es importante que sepamos sobre su origen multifactorial y la combinación de elementos cognitivos (pensamientos), emocionales y de comportamiento, asociados a circunstancias y a situaciones de vida estresantes y/o traumáticas. En adultos, dentro de los principales factores de riesgo, observaremos trastornos y enfermedades mentales. No quiere decir que quienes tengan una enfermedad mental vayan a quitarse la vida, pero sí es altamente probable que quien termine con su vida tenga un trastorno o enfermedad de este tipo. Los problemas económicos son también factores importantes en adultos de edad económicamente activa”.
• ¿Más en estos momentos de problemas financieros de algunas familias debido a la pandemia?
“Recordemos que sobre todo al comenzar la pandemia, cuando fuimos obligados a estar en casa, hubo un momento en los primeros meses que estábamos en casa casi todos y esto representó para mucha gente perder su trabajo, para otras a lo mejor no tener el ingreso que tenían. Esto representó una crisis económica para los proveedores del hogar, hombres o mujeres, como jefes de familia. ¿En qué se reflejó la pérdida del trabajo o del ingreso? En no poder pagar las cuentas, no tener el ingreso suficiente para cubrir las necesidades de la casa o no poder atenderse cuando empezaron a subir los contagios. Recordemos, concretamente, todo lo que fue el costo de tener los medicamentos a la mano, el oxígeno, cómo provocaban ansiedad las compras compulsivas o sin pensarlo. Pero también la poca disponibilidad de los recursos para tener acceso al servicio médico, a los medicamentos, a la hospitalización. Vimos muchísimas personas que tenían posibilidades económicas antes de la pandemia y que, con la llegada de ésta, se vieron afectadas de manera muy importante. Tuvieron que reducir sus gastos, a lo mejor sacar a sus hijos de las escuelas privadas, vender cosas, etcétera”.
• ¿Cuánto influye la muerte de un familiar en la decisión de acabar con la vida?
“Tenemos que tener en cuenta que cuando perdemos a un ser querido comienza un duelo; es importante saber que el duelo es una situación o una etapa que vivimos. Tendrá que ser un viaje emocional entre la conexión espiritual, psicológica, y la curación de la herida que deja la ausencia de un ser querido. Es importante vivir el duelo porque nos va a hacer entender la vida, cómo la vida termina, que como seres vivos todos tenemos un ciclo de vida. Entender esto es muy sano, porque entonces entendemos también la vida. En el duelo existen fases: la negación, la ira, la negociación, el dolor emocional y la aceptación. Todos pasamos por esas fases, a lo mejor unas personas aceleran (el proceso), otras son más pausadas. Todo esto tiene que ver con cómo vivimos, cómo nos enseñan a vivir, a solucionar nuestros problemas, a enfrentar la vida; cómo mi familia me enseña la vida, a enfrentar la muerte de un ser querido. La muerte de un ser querido siempre va a ser una situación percibida como injusta, como impensable, como ‘yo no estoy preparado’ para sobrellevarlo, para aceptarlo. Esos pensamientos son totalmente normales, naturales y necesarios para el proceso de este duelo. En la medida en que las personas vayamos aceptando la pérdida entonces también vamos acomodando o adaptándonos a una manera nueva de vivir, ya sin la presencia física de esa persona, pero sí a lo mejor con su presencia espiritual. En ese sentido, se vive un duelo normal. Pero hay personas que viven un duelo crónico o no esperado, o un duelo patológico o complicado. Entonces harán más difícil su proceso de duelo y ahí podemos observar algunos indicadores o pensamientos que nos digan o nos manifiesten los deseos de no vivir o de no estar en este mundo, que ya no tiene sentido la vida. Ahí podemos observar riesgos de que la persona pueda o quiera tener, o esté viendo, la posibilidad de quitarse la vida; es muy normal que observemos expresiones como ‘ya no quiero vivir’, ‘ante este vacío o pérdida que estoy viviendo ya no tengo deseos de vivir’. Esos pensamientos son normales en un momento inicial, en la pérdida, cuando no la hemos aceptado, procesado. Tendremos que vigilar ese pensamiento, porque es normal pensar ‘ya no quiero vivir’ pero no es normal, y es muy diferente, decir ‘me quiero quitar la vida’. Es ahí donde vemos el riesgo (de suicidio)”.
• Algo en lo que quizá las personas que se quitan la vida no piensan es en la persona que los encontrará. Me imagino que ese dolor ha de ser insoportable.
“Sí. Mucho se ha hablado de la persona que recibe o que tiene el impacto de encontrar a su ser querido ahorcado, en la cama, desangrado o intoxicado por la cantidad de pastillas que tomó, etcétera. Muchas veces se ha querido saber si las personas que están intentando quitarse la vida se ponen a pensar un poco en esto. Sin embargo, no vamos a tener una respuesta porque quienes nos la pudieran dar han fallecido. Sin embargo, sí es importante ver que, en esta situación de muchísima crisis, cuando una persona está decidiendo o haciendo intentos progresivos por quitarse la vida, está enfocada en quitar el dolor. Y en ese momento de alto estrés no está pensando en nada más que acabar con el dolor. En ese sentido, es poco probable que esté pensando el dolor que le va a dejar a sus padres, a sus hermanos, a sus familiares o a sus amigos”.
• Mi hijo se suicidó y eso es algo que no se supera. Nosotros seguimos en terapia. No podemos entender qué fue lo que lo empujó a suicidarse, pero es algo que rompió a nuestra familia por siempre. Ojalá nunca pasen por eso, nunca, nunca, nunca.
“Exactamente. Perder un hijo es un duelo que se vuelve sumamente complicado. Es algo no esperado, para lo que la vida no nos prepara, obviamente. Sin embargo, al perderlo así (recordemos que el suicidio es un acto violento) es no nada más impensable, sino injusto, y una persona que pierde a un hijo por suicidio siempre se va a preguntar ‘qué hice o qué no hice’, ‘qué me faltó hacer’. Es una situación en la que deja un gran vacío y no hay respuestas. Las respuestas tenemos que encontrarlas en la vida presente y en lo que queremos hacer, y cómo trascender de ese dolor a situaciones que nos tendrían que aportar más cosas. Pero algunas personas no pueden pensar en más cosas, no pueden pensar en el futuro, en una vida diferente, porque siempre será una carga y efectivamente, como lo comenta esta persona que tiene esta situación, nunca hay palabras. Y pensamos que no se supera. Hay cosas en las que trabajar en ese sentido y enfocarse, y no va a haber una respuesta, no vamos a encontrar un por qué. Podemos buscar qué hacer, ‘qué hago con esto que la vida me da, con esto que la vida me puso enfrente’ y entonces ‘qué cosas tengo que hacer para mi presente y para mi futuro’”.
Comentario adicional de otra participante en la conversación: “Lo siento mucho. A veces nos empeñamos en buscar el por qué o el para qué. No siempre podemos encontrar el sentido. Ojalá encuentren paz en sus corazones más que respuestas, que sólo su hijo tiene”.
• Una psicóloga me dijo que uno no es responsable ni por la vida ni por la muerte de la otra persona, pero me imagino que cuesta deslindarse de ese sentimiento y hay que trabajar en eso.
“‘No eres vigilante de su vida, ni responsable de su muerte’. Los autores Ann Smolin y John Guinan trabajan con el suicidio (su libro se llama Curación después del suicidio de un ser querido) y han asignado la palabra sobreviviente a aquellas personas que están relacionadas afectivamente con una persona que fallece por suicidio: sus padres, sus familiares. Les llaman sobrevivientes porque representa un balance de vida, que confronta sus historias personales con la historia de la persona que falleció. Se ve como un ajuste de cuentas, no hay misericordia. Las personas experimentan una gran culpa porque piensan que no hicieron lo suficiente; a lo mejor hicieron todo, pero siempre van a pensar que no hicieron lo necesario o lo suficiente. Hay que trabajar en ese torbellino de emociones, en esa rueda de la fortuna de emociones y sensaciones que la invaden y que permanece durante muchísimo tiempo. Esta persona se enfrenta a sus más íntimos pensamientos y está atrapada por su conciencia moral y los juicios ahí son muy severos. La persona que vive esto siempre estará culpándose, enjuiciándose más que culpándose, porque es muy severa consigo misma, porque hay muchos interrogantes que no tienen respuesta. Puedo decir ‘y si hubiéramos hecho esto’ y me imagino un final, ‘si hubiéramos hecho lo otro’ y me imagino otro final, y entonces voy poniéndole finales y nunca hay una respuesta. Recordemos también que, a pesar de que esto ha evolucionado, todavía hay muchos estigmas sobre lo que es el suicidio y hay mucho juicio social por parte de las personas que están alrededor, pensando siempre en ‘qué hiciste y qué no hiciste’ y por qué tuvo este final”.
• ¿Alguien, por venganza hacia otra persona, se puede suicidar? Según he leído, la rabia y la venganza podrían ser detonadores de la decisión, ¿es así?
“Sí. Cuando se habla de suicidio siempre se habla del mal manejo de las emociones y de la incapacidad que una persona tiene para verse hacia adentro, es decir identificar sus emociones y poder hacer algo con ellas. En ese sentido, se dice que la rabia, la venganza, incluso la culpa, son emociones muy intensas, tienen muchísima energía y sobre todo mueven muchísimo el pensamiento hacia las acciones de riesgo, que serían los intentos suicidas. Pienso que, en un sentido, esta rabia, venganza, sí pueden ser factores que en ese momento de mucha intensidad puedan propiciar un intento de suicidio, igual que otras emociones que no se saben manejar”.
• ¿Son las mujeres más propensas a cometer suicidio? ¿Se debe a un desajuste hormonal?
“En el caso de las mujeres, representan un grupo muy importante de lo que sería un proceso complejo de manejo de las crisis emocionales ante la poca oportunidad y posibilidad de darse el momento, el tiempo, para atenderse. Me refiero a cuando la mujer tiene múltiples ocupaciones y responsabilidades; esta pandemia nos llevó a lo mejor a estar más dentro de nuestra casa, a cargo de ella, los hijos, el trabajo, y pocas posibilidades de poder relacionarse con sus entornos, como podría ser el café con las amigas, el grupo social, la familia también. Obviamente ha traído grandes consecuencias en la salud emocional de las mujeres. La llegada de la menopausia es una razón específica con grandes necesidades y (sumado a) la pandemia son factores de riesgo importantes”.
• ¿El suicidio es una consecuencia de la depresión o puede ser algo de un instante?
“Siempre la depresión como un problema de salud mental será un factor que probabilice una idea (de suicidio). Primero una idea que nace de ‘no estoy conforme, no estoy feliz con mi vida’. Otra idea es ‘estoy cansado’, alimentar un deseo de desesperanza, esa parte de ‘no me gusta cómo estoy, no deseo estar así’. Otra idea es ‘no deseo vivir, estoy cansado’ y entonces, como no puedo solucionar mis problemas, veo como opción quitarme la vida, como una posibilidad de dejar de sufrir. Eso es sumamente importante que lo veamos porque es una idea que va evolucionando y hay una preparación para el acto de intentar quitarse la vida. Pero siempre hay que ver que está evolucionando esa idea. Una depresión mal atendida, mal tratada o no tratada puede ser un indicador para que una persona se pueda quitar la vida. Pero no todas las personas que se quitan la vida son personas que tienen depresión”.
• Yo llevo dos años trabajando desde casa y tengo que combatir la ansiedad, el estrés y la depresión. ¿Qué podemos decir sobre la depresión?
“Hay que hablar de la depresión. La depresión es más que estar o sentirse triste, o tener un mal día. Hay que verla como una enfermedad clínica que conlleva un estado de constante tristeza, melancolía y abatimiento. Obviamente todos sufrimos situaciones en las que nos sentimos así, pero cuando un cuadro de estas características dura semanas o meses y dificulta o limita el desarrollo normal de las actividades cotidianas, sí es necesario pedir ayuda. Se llama trastorno depresivo, que es el conjunto de cuadros clínicos en los que predomina como síntoma el estado de ánimo de la depresión, que puede ser o no manifiesto e indica una reducción del interés en la vida en general. Aquí vamos a ver los estados del ánimo como subiendo y bajando, trastornos somáticos, vamos a sentirnos enfermos y también veremos los trastornos de adaptación, relacionados con conflictos o situaciones difíciles. Todo esto nos lleva a hablar de un trastorno depresivo”.
• ¿La depresión puede ser una consecuencia de una deficiencia de magnesio?
“El magnesio está relacionado con las hormonas de la felicidad, como la serotonina, por lo que sí existe una relación”.
• ¿Existe la ‘pastilla de la felicidad’, como dicen?
“La ‘pastilla de la felicidad’ tiene que ver con lo bien básico, con lo que definimos como cosas básicas. ¿Cuál es la ‘pastilla de la felicidad’? Aprender a vivir; aprender a poder enfrentar los problemas cuando lleguen, poder tener alternativas de solución, tomar la mejor decisión o saber que cuando no tomo la mejor decisión también estoy aprendiendo con un sentido positivo, enfocada en cosas que me puedan ayudar. Es decir, factores resilientes para cuando debo enfrentar la adversidad, que me puede hacer daño. Entonces, aprendo cuando las cosas malas me pasan y vuelvo a lo básico, que es cuidarme, cuidar mi cuerpo, mi alimentación, el ejercicio, mantenerme hidratada, tener contacto con la naturaleza, con las personas. Y si ahorita la indicación es no vernos físicamente (por la pandemia), puedo tener contacto a través de videollamadas, WhatsApp, Zoom, etc. También es importante buscar qué actividades me pueden acercar a mis seres queridos, cosas padres, mantenernos ocupados mentalmente con juegos de mesa, socializar más con mis hijos, ocuparme más de lo que están haciendo, jugar con ellos, interesarme en la vida de las demás personas. Pero interesados en entrar, no nada más preguntarnos: entrar es jugar (con los hijos). El ejercicio, el contacto con la naturaleza van a ser cosas muy básicas pero muy importantes para esa ‘pastilla de la felicidad’, como nutrir nuestros pensamientos con información positiva, de interés, de gusto, que nos lleve a tener un resultado muy concreto, pensamiento acerca de nuestra vida, de la vida de los demás, de los niños. En muy concreto, nuestras acciones para dejarles un mundo mejor a nuestros hijos”.
• ¿Cómo podemos cuidar nuestra salud mental? Algunos trabajamos de más, otros tienen aún miedo de salir, unos siguen en duelo o estresados y ansiosos, hay quienes han tenido ataques de ansiedad por primera vez en sus vidas. ¿Qué debemos hacer para cuidarnos?
“Definitivamente, tenemos que volver a lo básico, que es voltear para ver nuestras necesidades de sobrevivir. Esas necesidades son: alimentación, ejercicio, descanso, hidratación, actividades placenteras, respiración, información. La alimentación: debe ser correcta, tres veces al día, suficiente, saludable, necesaria para mi edad o para mi condición de vida o de salud, y si no sabemos qué tenemos que hacer debemos pedir ayuda e ir al especialista, que nos pueda dar una alimentación balanceada según lo que requerimos. El ejercicio: todas las personas tenemos que tener movimiento, independientemente de nuestra edad y de nuestra condición de vida, entonces hay que buscar la forma que necesitamos para ejercitarnos; moverse es muy necesario y, además, cuando este ejercicio es acompañado por el contacto con la naturaleza, estamos dándole a nuestro cuerpo las endorfinas necesarias y el bienestar. El descanso: dormir 7 u 8 horas diarias por la noche es sumamente importante porque necesitamos reparar; las personas que trabajan de noche por su actividad, en turnos nocturnos, tendrán que buscar esas horas durante el día y controlar el ambiente para que puedan tener un sueño reparador bajo las mejores condiciones. La hidratación: debemos tomar dos o tres litros de agua al día; recordemos también que el agua tiene la molécula de oxígeno y necesitamos oxigenar nuestro cerebro. Las actividades placenteras: son aquellas que nos llevan a tener la posibilidad de desestresarnos y de buscar el humor, la risa; nos van a dar también estas hormonas de la felicidad de las que se habla, porque así reducimos y controlamos el cortisol, que es el que nos da el estrés. La respiración: hay personas que utilizan parte de su tiempo para hacer meditación, relajación; no importa lo que decidas siempre y cuando ocupes un tiempo de tu día para hacer estos ejercicios que van a ayudar muchísimo al control del estrés. Estar informados: es importante estar informados del tema o del problema que tenemos, de qué nos está pasando, de por qué está llegando el estrés a mi vida de esta forma y qué puedo hacer para mejorar y contrarrestarlo”.
• Cuando comenzó la pandemia, en mi familia empezamos a estar ocupados mentalmente con juegos de mesa, cuando se nos prohibió salir hicimos ejercicios. Esto nos resultó un éxito porque es desesperante estar encerrado (por la pandemia).
“Estas estrategias son básicas y muy importantes para prevenir las enfermedades, incluso los problemas de salud mental”.
• La pandemia afectó la salud mental de todos, pero ¿cuánto impactó en los niños?
“Definitivamente impactó. Todos fuimos afectados de alguna manera por la pandemia, sobre todo por el confinamiento, que nos llevó al distanciamiento social. Algunas personas pueden identificarse o sentirse como aisladas socialmente: no hablarles a nuestras redes de amigos, de familiares, provocó un gran riesgo, sobre todo en la población adolescente y niños. De los niños podemos decir cosas muy importantes. Unas tienen que ver con cambios en sus actividades, como llevar en línea la escuela o relacionarse poco con sus iguales, en la mayoría de los casos. Este distanciamiento en los niños mermó su salud emocional y se manifestó en cambios significativos, sobre todo conductuales. También vemos muchos niños con ansiedad o nerviosos, altamente irritables, que lo expresan y manifiestan a través de rabietas y berrinches, o simplemente con hacerse a la soledad. Esto no fue fácil para ellos, desde tomar las clases en línea, ver alteradas sus rutinas o no ver a sus compañeros de escuela. Tuvieron que convivir de otra manera con niños de su edad y sus seres queridos. Esto fue muy significativo en niños. Esta situación se vio más compleja cuando el niño tiene alguna discapacidad o vive en hacinamiento, en un espacio reducido, pequeño, en condiciones de mayor vulnerabilidad social; por ejemplo, en pobreza o en pobreza extrema. Niños que trabajan también lo vieron difícil. Ni qué decir de aquellos que se encuentran en conflictos mucho más críticos, como la migración infantil y la explotación infantil. Además de que los trastornos mentales son más frecuentes en esta población, la crisis sanitaria nos llevó a una gran intensidad en el estrés y disminuyó la posibilidad de llevarlos a atención, tanto médica como psicológica”.
• En Arizona muchos ya volvieron a la ‘normalidad’ pero los educadores reportan niños ansiosos y estresados.
“Hay muchísimas solicitudes del servicio psicológico, médico y psiquiátrico. Hay que recordar que esta pandemia nos llevó a darnos cuenta de la importancia de la salud mental a partir de todas estas reacciones. Por ejemplo, los sentimientos de soledad y aislamiento, cambios en el estado de ánimo, estar irritables y actuar (es decir agredir a mis seres queridos, a la gente con la que me relaciono,) la tristeza, el estrés, el miedo, la ansiedad, la depresión, alteraciones en el sueño (llamadas trastornos del sueño), el uso de sustancias (a lo mejor no fumaba y empecé a fumar, no tomaba y empecé a tomar) o de otro tipo de drogas como pastillas, los episodios de violencia familiar (incremento de la violencia intrafamiliar), la ruptura de relaciones de pareja y divorcios (en general, daños a las relaciones interpersonales). Con todo ello empezamos a ver un incremento en el intento suicida”.
• ¿Tienes algún mensaje final para quien esté atravesando una situación de crisis?
“Analízate, compréndete, identifica tus emociones y sentimientos, y habla de ellas, comunícalas; acepta la ayuda que otros te brindan, evita ver las crisis como insuperables, pon atención en las cosas que sí puedes cambiar, sé flexible y cambia de planes cuando haya que cambiar, pon atención en tus necesidades, actúa con decisión, confía en ti, mantén una visión positiva, actúa con ética, cuídate, presta atención a tus propias necesidades. No estamos solos, siempre hay alguien que nos puede escuchar y a veces está a nuestro lado, solo que no nos hemos dado la oportunidad de verlo”.
Comentario adicional de otra participante en la conversación: “Toda crisis tiene 3 elementos: una solución, una fecha de caducidad y una enseñanza para la vida”.