Un infierno en el desierto
¿Sabes cuánto cuesta apagar un incendio forestal? En Arizona, la falta de lluvia y los descuidos humanos ponen en riesgo vidas y presupuestos.
¡Hola! ¿Cómo estás? Te cuento que Arizona está que arde, literalmente. Desde antes de que comenzara la temporada de incendios, los bomberos han tenido que combatir uno tras otro en diferentes partes del estado. El precio más caro por librar esa batalla tan intensa contra el fuego es la vida, como pasó con la tragedia de los bomberos de Yarnell hace 8 años; pero eso no es todo… tratar de contener y sofocar uno de esos incendios cuesta muchísimo dinero.
En la Hora del Cafecito de Conecta Arizona en la Onda 1190, un experto nos explicó cómo le hacen para saber si el incendio fue provocado por el hombre o la naturaleza, y hablamos de la sequía, las técnicas para sofocarlo y mucho más. Si te perdiste el programa, puedes escucharlo o verlo aquí.
Si lo prefieres, puedes leer el resumen que nos hace cada semana nuestro colaborador Gustavo Guirado, quien, además, nos trae información del Alzheimer y la donación de sangre.
Les mando un apapacho muy fuerte,
Maritza L. Félix
Fundadora de Conecta Arizona
Los incendios forestales en Arizona no cesan y combatirlos demanda “millones de dólares”
Por: Gustavo Guirado
El intento por contener los incendios forestales en Arizona, que no dejan de producirse a causa de las elevadas temperaturas, las escasas lluvias y la sequía predominante, demanda “millones de dólares” y además provoca pérdidas de vidas y de bienes materiales, por lo que las autoridades llaman a tomar conciencia sobre la gravedad del tema y evitar acciones que puedan ocasionar –aunque sea involuntariamente- un episodio de este tipo.
Así lo afirmó Sergio Montañez, oficial de información pública de la Administración de Incidentes del Área Suroeste de Arizona, en diálogo con La Hora del Cafecito, de Conecta Arizona. “Lamentablemente hay más incendios por las condiciones en general de sequía en toda esta área del suroeste. Cualquier chispa va a hacer que el incendio prenda rápido y también los vientos lo van a incrementar aún más. La sequedad que tenemos hace que los incendios aumenten rápidamente”, explicó.
Según el especialista, en Arizona aún están intentando contener el incendio Rafael, en el sur de Flagstaff. “Ahorita tenemos casi 87 mil acres que se ha encendido. Aunque ya está contenido en cierto aspecto en un 75 u 80%, todavía hay mucha actividad de los bomberos, equipos que lo están vigilando para que no vaya a salirse fuera de sus extremos”, precisó, en comunicación precisamente desde esa ciudad de Arizona.
Al analizar los últimos incendios de esta temporada en el estado, Montañez recordó que el Telegraph y el Mescal, producidos en junio, llegaron a provocar incluso evacuaciones de personas en algunas ciudades cercanas. Y recordó el incendio de Yarnell Hill, que nadie olvida en Arizona, por la magnitud y consecuencias de lo ocurrido el 30 de junio de 2013, cuando 19 bomberos murieron a causa del fuego que los atrapó debido a la acción del viento.
“Un incendio forestal parece un monstruo, eso es básicamente. Quizás podemos imaginar prendiendo el horno para cocinar, a 400, 450 grados Farenheit. Aquellos 19 bomberos forestales experimentaron algo aún mayor: se calculó que las llamas, la quemazón sobre ellos, estuvo a más de 2 mil grados. ¿Te puedes imaginar a alguien experimentar eso? Aun con las bolsas de seguridad, con ese calor extremo no todos se pudieron salvar. Aunque tomaron medidas necesarias para protegerse, como fueron instruidos, lamentablemente no pudieron con los vientos, que surgen de repente”, recordó.
Montañez explicó que los incendios forestales comienzan de dos maneras: a causa de un rayo en una tormenta o porque son provocados por una persona, mediante una fogata, fuegos artificiales o incluso a veces también por un disparo de armas. “Naturalmente, estando todo tan seco, los incendios por cualquier chispa van a prender rápido. Por eso, si las personas tienen cadenas sueltas con las que están jalando un tráiler, asegúrense por favor de que estén bien sujetadas al tráiler o donde la tengan, para que de esa manera no vayan desafortunadamente a causar un incendio”, detalló.
“La mayor de las veces se generan por las tormentas y los rayos. De hecho, en el área de Phoenix cayeron varias tormentas y debido a ellas ahora tenemos tres fuegos más que están activos. Aunque cae buena cantidad de agua a veces, como está todo tan seco no dura mucho tiempo para que empiece a expandirse nuevamente, y particularmente con los vientos hace que todo crezca rápido”, detalló.
Montañez consideró clave el cuidado particular de las personas, para evitar estos incendios, que a veces son inconscientes o involuntarios. “Todo lo que podamos hacer para prevenir es mucho mejor, como tirar correctamente los cigarrillos. Hay muchos factores que están relacionados, no solamente la vida de los bomberos que se arriesgan a combatir esos incendios sino también las cosas valiosas de las personas, las propiedades. Es mucho, sin mencionar el costo, los millones de dólares que se necesitan para combatir estos incendios”, analizó.
Según el especialista, si los incendios fueron provocados o no por las personas se determina a partir de la identificación de las tormentas. “Cuando tenemos tormentas en ciertas áreas, sabemos dónde están cayendo los rayos y por lo tanto podemos identificar incendios. Pero cuando no hay tormenta y no hay mal tiempo, obviamente es una buena sospecha de que comúnmente fueron causados por el ser humano. El incendio Rafael fue causado por una tormenta seca, cuando empezaron a caer rayos; sin embargo, en el caso del Telegraph tenemos sospechas de que fue causado por seres humanos”, recordó.
Causar incendios intencionalmente, además, tiene penalidades. “Puede ocurrir además que se les cobre por el esfuerzo que se hizo por recuperar ya sea su auto, a usted, o por los gastos en general. ¿Se imaginan los gastos en que se incurrieron por un incendio? Además, hay cárcel, multas. ¿Para qué arriesgarse? Si algo está causado a propósito o a veces ocurre por accidente, puede uno también ser culpable”, explicó.
Según Montañez, combatir un incendio forestal puede tener un costo de “millones y millones de dólares”, ya que puede involucrar a entre 400 y 700 bomberos y rescatistas si se trata de uno de grandes magnitudes. “En el incendio Rafael, más de 600 personas estuvieron involucradas en combatirlo”, precisó.
“Para dar una idea de los costos, cuando un avión (hidrante anti incendios) deja caer el retardante (de llamas), estamos hablando de 30 a 50 mil dólares por cada caída. O puede ser más según el avión. Así que nos podemos imaginar todo lo que se lleva a cabo para combatir un incendio: todo el equipo de bomberos, pagar la maquinaria que se utiliza, los contratistas, tienes que obtener los recursos externos”, agregó.
La acción de estos aviones que descargan líquidos y materiales especiales para retardar y apagar las llamas también fue analizada por Montañez en el contexto de la tragedia de Yarnell, ya que por deficiencias en la comunicación y en la visibilidad en esa oportunidad no fue posible advertir la ubicación de los bomberos que habían quedado atrapados por el fuego debido a los vientos. Actualmente, y a partir de ese hecho, los bomberos llevan equipos que permiten conocer su ubicación, lo que permitió mejorar sus condiciones de seguridad en la lucha contra el fuego.
“El entrenamiento de los bomberos no ha cambiado tanto. Sí desde el incendio de Yarnell se habló mucho de ponerles algún track para saber dónde están, porque cuando estuvieron atrapados hubo muy mala comunicación por el tráfico que había en las radiocomunicaciones y no se los pudo ver tampoco desde arriba porque estaban en medio del fuego. Si hubieran tenido algo para ver dónde estaban, les hubieran dejado caer también el retardante sobre ellos y podría haberles ayudado. Hace poco se está implementando una nueva técnica para saber en todo momento dónde están ubicados los bomberos”, especificó.
Llaman a donar sangre porque escasea en todo Estados Unidos
Por: Gustavo Guirado
La Cruz Roja de Arizona realizó un llamado a la sociedad a donar sangre debido a la escasez de sangre que se registra en todo Estados Unidos, donde –en promedio y de acuerdo a las estadísticas de la organización- cada dos segundos alguien en el país la necesita, es decir 30 personas necesitan sangre en solo un minuto. Así lo precisó el director de Reclutamiento de Donantes de la Cruz Roja en Arizona, Roy Rodríguez, en declaraciones al programa de radio La Hora del Cafecito, de Conecta Arizona.
“No queremos asustar al público que no hay sangre, pero no hay bastante sangre. Ahora estamos atravesando una escasez de sangre en todo Estados Unidos, no solo aquí en Arizona, y por eso estamos con este tema. Tratamos de tener al menos cinco días de sangre para los hospitales, que nos hablan y nos dicen ‘necesitamos 20 unidades de sangre, vamos a tener cirugías’. Pero ahorita tenemos un día y medio, a veces dos días de sangre listo para ellos. Es muy bajo para nosotros”, comparó Rodríguez.
La reducción del inventario de sangre en el país impacta en el sistema de salud (y concretamente en los pacientes que aguardan por ella), que cada vez demanda mayor cantidad ante el crecimiento de cirugías y trasplantes de órganos. Algunos hospitales incluso debieron reducir el ritmo de cirugías hasta que se normalice la provisión de sangre, que es perecedera y no se puede almacenar, por lo que debe ser repuesta en forma permanente por los donantes.
El directivo de la Cruz Roja también analizó las razones por las que la gente no acude a donar y, en ese sentido, afirmó que no solo se trata del actual período de vacaciones y de inactividad en las escuelas sino que también se debe a la pandemia. “La pandemia nos afectó mucho, especialmente en asociaciones que teníamos con escuelas, organizaciones, con la comunidad, que cada dos meses o cuatro veces al año tenían una colección de sangre, que podía ser en la iglesia, en el centro comunitario. Con la pandemia ya no tenemos esas asociaciones ni relaciones con gente que quiera hacer una cobertura de sangre”, explicó.
Rodríguez también destacó la importancia de donar sangre. “Si uno necesita sangre no hay manera de darle a otra persona si es que no viene de otra persona. No es algo que se pueda hacer en un laboratorio o que venga de otra manera, tiene que venir de una persona. Necesitamos esa sangre porque la necesidad siempre va a estar: hoy en Estados Unidos una persona necesita sangre cada dos segundos. Nunca se va a bajar (ese promedio), a lo mejor sube más, con más gente en la población”, señaló.
Además, explicó que para donar una persona debe “estar saludable y venir sin haber tomado alcohol ese mismo día de la donación”. “Deben comer una comida saludable, algo con hierro, que le va a ayudar a la persona que está donando, y tomar bastante agua. Cuando la persona se acerca a donar, vemos si califica o no como donante”, dijo.
Finalmente, Rodríguez indicó que la Cruz Roja de Arizona busca voluntarios bilingües, que hablen español, especialmente en Phoenix, para sumarlos a la organización en distintas tareas, no solo para participar en campañas de donación de sangre sino también para ayudar cuando, por ejemplo, se producen incendios y la organización ofrece ayuda a las personas y familias afectadas.
“La Cruz Roja trabaja con voluntarios y gracias a ellos es que podemos ayudar y hacer todo lo que hacemos. No solo para campañas de donación de sangre sino también ayudando cuando hay un incendio de alguna casa o como ahora que hay quemazones en varias partes del Estado (a causa del calor y la sequía). Necesitamos esos voluntarios que puedan ir y ayudar a la gente”, detalló el directivo. “Cuando hay un incendio de una casa, la Cruz Roja está ahí para ayudarles para buscar un lugar, un hotel, con los papeles que deben llenar por la aseguranza. Tratamos de dar todo lo que necesita la persona para ese mismo día: cosas para bañarse, lugar para dormir, etc. Ahí vamos a estar para ayudarles”, agregó.
La Cruz Roja tiene tres albergues en Arizona. Si alguien quiere ser voluntario o donar sangre, explicó Rodríguez, debe comunicarse con la oficina de la Cruz Roja en Arizona, al número 602 336 6660 o también a través de las redes sociales y la página oficial de internet.
Aconsejan cómo cuidar la salud mental y prevenir el Alzheimer: dormir bien, ejercicios y actividades nuevas
Por: Gustavo Guirado
Los problemas de salud mental y el Alzheimer pueden prevenirse si, en la vida cotidiana, se incorporan algunos de los siguientes hábitos que estimulan la actividad cerebral: sentirse parte de la comunidad y actuar en ella, dormir 7 u 8 horas por día, hacer ejercicio físico diario entre media hora y 40 minutos, y realizar actividades que estimulen el trabajo y la innovación en el cerebro, como por ejemplo aprender un nuevo idioma o a tocar un instrumento musical, o desarrollar cualquier hobby nuevo.
Así lo señaló el médico Jacobo Mintzer, psiquiatra especializado en psiquiatría geriátrica, en declaraciones a La Hora del Cafecito, de Conecta Arizona, al analizar un estudio reciente de la American Association of Retired Persons (AARP). “Estos son los pilares de la salud cerebral. Si los seguimos, con cambios de vida, podemos reducir en un 30% el riesgo de tener enfermedades cerebrales. Se trata de hacer cosas que nos estimulan el cerebro, porque a cualquier edad las células cerebrales se van a reproducir. Lo único que le tenemos que dar es un reto suficiente para que el cerebro responda. Así que hay muchas cosas que podemos hacer”, explicó.
El especialista, además, reveló que, según estudio de la AARP, la población afroamericana e hispana en Estados Unidos “tiene un índice que indica que tienen problemas de memoria mayor que los americanos de origen europeo”. “¿Por qué?, no lo sabemos, pero posiblemente sea por el distinto acceso a la salud. Si nosotros como hispanos tomamos en cuenta que hay cosas que podemos hacer en la forma en que vivimos para disminuir ese riesgo, entonces posiblemente podemos, individual y colectivamente, tener el mismo riesgo que cualquiera o tener un riesgo más bajo”, sostuvo.
Mintzer dedicó su carrera al descubrimiento de nuevos tratamientos para el mal de Alzheimer y se centró en el diagnóstico y tratamiento de los síntomas neurosiquiátricos de esta enfermedad. Además, es catedrático de Ciencias de la Salud, Psiquiatría, Neurociencia y Patología de la Medical University of South Carolina, e investigador jefe y director de innovación del Roper St. Francis Healthcare System en Charleston, Carolina del Sur.
“Hay muchas cosas que podemos hacer hoy y que no son un trabajo monstruoso sino pequeños cambios en el estilo de vida que pueden tener un impacto increíble. Por ejemplo, simplemente dedicarnos media hora del día a caminar o a hacer ejercicio físico puede generar un cambio radical e importante”, señaló.
El especialista, además, precisó que en el sitio web de AARP (aarp.org/saludcerebral) está disponible hasta fines de junio la evaluación de la salud cerebral de Staying Sharp e información sobre la salud cerebral del Consejo Mundial sobre la Salud Cerebral. “Son materiales en español que nos ayudan a cambiar estilos de vida, son instrumentos accesibles para ayudarnos a hacerlo. Staying Sharp es una plataforma para saber si tenemos problemas de memoria o no. Y los consejos del Global Council on Brain Health son materiales en español que nos dan opciones prácticas sobre qué hacer en estas situaciones”, explicó Mintzer.
“Por ejemplo, escuche música y aprenda a bailar. Eso tiene actividad física, actividad motora, actividad rítmica. Lo único que sugeriría a todos es que cambiar el estilo de vida, cuando antes lo hagamos, es mejor. Nunca es tarde. Hoy no es tan bueno como ayer, pero es mejor que hacerlo mañana. Hay cosas que podemos hacer que son lindas y divertidas y que nos ayudan: aprender a bailar, a tocar un instrumento, a cantar, ayudar a los chicos en la comunidad, dormir bien. Son cosas importantes y que no solamente nos darían alegría a la vida sino que nos permiten mantener una mejor salud cerebral”, agregó.
En su análisis del estudio de la AARP, Mintzer dijo que “se descubrió que los problemas (de salud mental y Alzheimer) realmente son más de percepción y de falta de información que de realidad”. “Por ejemplo, cuando se les preguntó a hispanos cuántos esperaban que iban a sufrir de demencia en los años mayores, el 50% dijo que ellos están seguros de que van a sufrir de demencia en los años mayores. Eso no es cierto. Solamente el 11% de la gente mayor de 65 años va a tener problemas de memoria. El 89% va a tener muchos años sin ningún problema de memoria”, detalló.
El especialista también advirtió sobre los estigmas que existen en la gente en relación con el Alzheimer: “Cuando se le preguntó a la gente acerca de problemas de memoria, de manera interesante la gente joven dijo que tiene mucho miedo de lo que va a pasar. Por el contrario, en la gente mayor, que es la que está en riesgo, solamente el 19% afirmó tener miedo a la enfermedad o que está preocupada. Además, el 67% de los médicos afirmó que le da vergüenza hablar del tema con los pacientes. ¿Cuál es el resultado? Que los pacientes tienen problemas, la familia no lo quiere reconocer y el médico no lo quiere tratar. Y esto no es correcto”.
Mintzer además recomendó hacer una evaluación médica a los 55 años aproximadamente para conocer el estado de la salud mental y anticipar, en la medida de lo posible, si habría posibilidad de desarrollar Alzheimer a futuro. De todos modos, dijo que “una persona que tiene diagnóstico con Alzheimer tiene muchos años, hasta 20, 25 años, de tener una vida buena sin demasiados problemas”.
Finalmente, con respecto a la actitud que deben adoptar los familiares de la persona enferma, señaló que “no deben hacer por el paciente más de lo que el paciente necesita que haga”. “Hay que dejar a la persona enferma que haga lo que pueda y no obligarla a hacer lo que no puede. Si mamá cocinaba todo el tiempo y ahora tiene problemas y se olvida la estufa o el gas abiertos, no decirle ‘no cocines’ pero tampoco le podemos decir ‘cociná como cocinabas antes’. Le vamos a decir ‘mami, dejá que cocinamos juntos, yo hago estas cosas y vos estas otras’. Entonces esa persona se puede seguir sintiendo orgullosa de lo que está haciendo, pero tampoco está en situación en la que está haciendo cosas que pondría a todos en peligro”, explicó.
De todos modos, Mintzer destacó que “lo importante es ayudar a la gente para que no llegue a ese lugar”. “Si mi mami está bien y no tiene problema de memoria, pero ya tiene 60 o 70 años, le diría que vea recursos en internet para mejorar la salud cerebral, porque ayuda a prevenir que haya problemas en el futuro. Por ejemplo, está el test de AARP para saber si una persona tiene problemas de memoria, o el programa que enseña cómo mejorar los estilos de vida”, concluyó.
Los principales resultados del estudio de AARP son:
- Existe una desconexión entre los médicos y los pacientes cuando se trata de la demencia: los primeros sobreestiman la preocupación que los adultos de 40 años o más sentirían si tuvieran demencia.
- Existe un estigma grave en torno al diagnóstico de demencia entre los adultos de 40 años o más y sus médicos. Ese estigma proviene del temor a la pérdida de independencia, el sufrimiento emocional y financiero y la percepción de cómo las personas con demencia son tratadas por la sociedad.
- Los adultos afroamericanos/negros y los adultos de 70 años o más perciben un nivel más bajo de estigma en comparación con los adultos blancos e hispanos/latinos y los adultos más jóvenes.
- Los médicos son más reacios a compartir un diagnóstico potencial de demencia con sus pacientes que sus pacientes a recibir el diagnóstico.
- Los adultos más jóvenes perciben constantemente un grado más alto de estigma por demencia que los adultos mayores.
- La mitad de los adultos cree que es probable que padezcan demencia, mucho más de lo que en realidad la desarrollarán, y la mayoría piensa que experimentarán deterioro cognitivo a medida que envejecen.
- Los riesgos de deterioro cognitivo son mucho más bajos de lo que piensan la mayoría de los adultos, y hay muchas cosas que se pueden hacer ahora para reducir esos riesgos con el paso de los años.
- A pesar de comprender los beneficios del diagnóstico temprano, la mayoría de los adultos no desea someterse a un examen anual de demencia.